viernes, 5 de septiembre de 2014

II. Mi sello.

sello.
(Del lat. sigillum).
1. m. Trozo pequeño de papel, con timbre oficial de figuras o signos grabados, que se pega a ciertos documentos para darles valor y eficacia.
2. m. Sello postal.
3. m. Utensilio que sirve para estampar las armas, divisas, cifras y otras imágenes en él grabadas, y se emplea para autorizar documentos, cerrar pliegos y otros usos análogos.
4. m. Marca que queda estampada, impresa y señalada con un sello.
5. m. Casa u oficina donde se estampa y pone el sello a algunos escritos para autorizarlos.
6. m. Hombre que sella.
7. m. Especialmente en discos, libros y películas, marca registrada.
8. m. Anillo que, en la parte ancha, lleva grabadas las iniciales de una persona, el escudo de su apellido, etc.
9. m. Carácter peculiar o especial de alguien o algo, que lo hace diferente de los demás.
10. m. Disco de metal, cera o lacre que, estampado con un sello, se unía, pendiente de hilos, cintas o correas, a ciertos documentos de importancia.



Siempre me han molestado los ruidos repetitivos como el de un reloj, el de una gotera. El gato corriendo por el suelo de parqué no debería hacer ruido por la naturaleza de sus patas y lo hace, lo hace y no lo entiendo y probablemente sea el no entender lo que me saca de quicio y siempre hay tantos ruidos a mi alrededor que nunca me siento realmente tranquila.
Nunca me siento tranquila porque siento que mi cabeza siempre va por delante de mi cuerpo y si mi cuerpo para, mi cabeza sigue corriendo por sitios que yo no conozco y me preocupa, me preocupa a dónde pueda llegar sin mí y si será un sitio que yo no nunca podré alcanzar.
Hay quien dice que nunca hablo claro, que me falta firmeza y resolución, pero considero que nunca lo hago intencionadamente, siempre digo lo que creo que tengo que decir y nunca digo lo que quiero decir realmente, lo que me deja en un limbo de indecisión para mis confusos interlocutores que no saben leer entre líneas, porque nunca saben (ni sabrán) y nunca se dan cuenta (ni se darán) de que siempre digo lo verdaderamente importante y creen que me burlo de la gente porque creen que yo sí sé lo que está sucediendo porque nunca llego a un acuerdo conmigo misma.
Siempre utilizo demasiado términos como “siempre” y “nunca”, y quizás no soy consciente de lo radical de sus significados, de lo graves que son y que los uso como si no tuviese términos medios, como si nunca me hubiese parado a pensar cuántas veces he hecho algo que dije que no haría nunca y cuántas veces dejé de hacer algo que dije que haría siempre y que siempre digo que voy a hacer cosas que nunca hago.
Creía que siempre iba a ser así y que nunca iba a cambiar. Porque yo soy el término medio.






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