viernes, 23 de enero de 2015

XI. Un pez naranja y negro que se llama Tigre.


jamás.
(Del lat. iam magis, ya más).
1. adv. t. nunca.






Un pez naranja y negro que se llama Tigre. Era un pez que dibujaba gatos. Era un pez que tenía frío siempre, pero al mismo tiempo, ardía.
Ser un pez no es demasiado divertido, pero tiene sus ventajas. Tienes caramelos con tu nombre, y eso no lo tienen los gatos, porque los gatos solo tienen comida de gatos.
A Tigre le hubiese gustado no tener frío, pero no hay abrigos para peces, porque no podrían nadar bien y se hundirían. Es bastante absurdo, pero es verdad. Además, se les romperían las aletas al ponérselo y quitárselo, aunque a Tigre estas dos objeciones le daban igual. Sus aletas estaban perfectamente, pero era un pez que solía nadar por el fondo.
Tigre no tenía codos, no recordaba su nombre a veces y desconocía lo que son los calcetines (entre otras cosas). No le importa demasiado, porque tenía rodillas, recordaba los números hasta diez y sabía lo que es un panegírico (entre otras cosas). Pero no es lo que suelen pedir.
Dicen que los peces no pueden llorar. Quien lo dice no puede saberlo a ciencia cierta, porque a lo mejor sí que lloran, pero no se nota al estar en el agua, aunque lo más probable es que no, porque los peces no tienen lagrimales.
Tigre llegó, y se murió a los dos días exactos. Posiblemente antes de eso tenía una vida mejor, ya que, para empezar, no estaba solo. Pero lo más posible es que ni siquiera llegase a acordarse jamás.




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